Fiesta de Juan El Bautista

En el mes de Junio en el solsticio de invierno sucede el día más corto y la noche más larga del año, el frío y la oscuridad comienzan a vivenciarse; en nuestra escuela, acompaña esta manifestación cósmica la “Fiesta de Juan Bautista”, con el tradicional paseo de faroles y la fogata.  El calor del fuego y la luz de los faroles iluminan la noche, y los corazones sienten la esperanza de la luz en la oscuridad que nos renueva el ánimo y da fuerza.

Después de estos dos años que hemos estado en nuestras casas, debido a la pandemia y festejando la fiesta de San Juan en nuestros hogares, nos toca reencontrarnos.

Juan Bautista representa la figura que se encuentra en el umbral entre el mundo antiguo y el que está por venir.

Su vida estaba entregada al servicio de la luz, según nos muestra el evangelio “Este vino para dar testimonio para que atestiguara de la luz, para que todos creyeran por él. No era la luz, sino que debía dar testimonio de la luz”

Juan, voz que clama en el desierto, preparad el camino y enderezad las sendas.

Si pensamos en el elemento fuego, nos damos cuenta de que lo que entra en contacto con él, sufre una transformación. Durante la celebración se realiza la fogata y uno se prepara interiormente para quemar, mediante el fuego interior, todo aquello que ha de morir, todo aquello que impide la transformación y nos cierra a recibir algo nuevo.

Es una fiesta de la soledad interior, como imagen del desierto en el que Juan predicaba, de la soledad del hombre que se busca a sí mismo, con coraje de sostenerse y así acoger las fuerzas de Cristo en su interior, que son las fuerzas de transformación y redención.

La voz interior clama desde nuestro desierto interno, nos dice: ha llegado la hora de que te encuentres a ti mismo, levántate, yérguete y ten la resolución de transformarte.

Meditemos sobre la conducción espiritual de nuestros niños, de esta vivencia de Juan y de lo que significa en esta época actual.